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Santa Eulalia de Abamia: la tumba de Pelayo

Aunque las partes más antiguas del edificio que ahora podemos observar datan del siglo XIII, excavaciones realizadas en 2006 han confirmado la existencia de restos arquitectónicos anteriores, del siglo VIII, lo cual vendría a confirmar la hipótesis de quienes sugieren que fue mandando construir por el mismísimo Pelayo. De lo que sí hay constancia cierta es que durante siglos en esta iglesia permanecieron los restos del primer rey de Asturias y de su esposa, la reina Gaudiosa.

La iglesia parroquial de Abamia (Cangas de Onís), se encuentra en un cerro próximo a la localidad de Corao (ver mapa). Es un templo de una sola nave, en el que aún se puede constatar su originaria factura románica, de manera especial en la portada sur, donde podemos encontrar varios capiteles con escenas inspiradas en la resurrección de los muertos y el Juicio final.







En una de las escenas podemos observar cómo el Diablo arrastra por los pelos a una persona. La tradición ha querido ver representada en esta imagen, bastante frecuente en la iconografía románica, la figura del obispo toledano don Oppas, que al mando de las tropas musulmanas pretendía la rendición de Pelayo y los suyos.



Al correr de los años, se realizaron diversas reformas que modificaron su aspecto original. Del siglo XV es la capilla mayor, de estilo gótico. A finales del XVIII se añadió la sacristía a la fachada sur.


El tejo centenario que sombrea los históricos muros ha sido testigo de los cambios producidos en los últimos años, en especial de las labores de restauración llevadas a cabo en los inicios del presente siglo y que han estado rodeadas de una intensa polémica, de manera especial en lo que se refiere a la carga de estuco realizada en la fachada, por cuanto —según argumenta la Asociación Cultural Abamia— desvirtúa la imagen tradicional del edificio.




En restauraciones llevadas a cabo en otros monumentos de la región, no se ha ocultado el paramento original bajo la capa ocre-amarillenta que ha pasado ha convertirse en elemento distintivo del edificio. Quizás por ello resulte pertinente incluir aquí la imagen de la iglesia a finales del siglo XIX, incluida en el libro Asturias de Octavio Belmuntt y Fermín Canella.





Señalar, por último, que si bien los restos de Pelayo y Gaudiosa fueron trasladados a Covadonga privando a Santa Eulalia de una de sus principales señas de identidad, en el cementerio contiguo se encuentra la tumba de Roberto Frasinelli, un alemán polifacético enamorado de estas tierras que aquí se afincó y aquí murió a finales del siglo XIX, tal y como hemos contado en Corao, la segunda patria del alemán.


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1 comentario:

  1. Las reformas no me gustan nada, siempre cambian algo del original y pierde encanto e historia

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